trajancolumn.jpgEl imperio romano y el problema del poder en la antigüedad. Creo que todos sabemos algo del imperio romano y el poder. Lo hemos oído en los cursos de historia de la escuela, en el cine, en artículos perdidos de suplemento dominical … Por eso la contraportada de esta The Roman Empire. A very short introduction me atrajo. No se trataba de la n-enésima historia breve, que te trata de dar una visión general abreviada que te aporta poco, o una disquisición de temas escogidos que son de interés para especialistas, si no de algunos temas que para mí son de interés hoy y que al ver el libro me pregunté que solución le habían dado los romanos. El libro es lo suficientemente breve (130 páginas) y el autor Christopher Kelly (fellow del Chorpus Christi college de Cambridge) dispone de la solvencia necesaria para tratar los temas con profundidad e interés. Y así fué. Por ejemplo, al tratar la misión imperial de los romanos, «la formación del imperio había sido la consecuencia no planeada de una moderada y razonable política de seguridad nacional […]. Cicerón lo expresó [..] la única razón para hacer la guerra es asegurar que los romanos puedan vivir en paz» ¿Os suena? Y así otros temas, como el papel de los cristianos en el imperio romano, la tratamiento de la herencia cultural griega en el imperio romano (un tema de usurpación cultural que tiene mucho en común con los actuales nacionalismos) o incluso hasta que punto los imperialismos británico y americano han mirado a los romanos buscando la solución al problema clave de cualquier imperio: su estabilidad en el tiempo una vez que han alcanzado el cenit.

siena_buen_gobierno1.jpgTengo que reconocer que era bastante escéptico ante la idea de leer los libros de la serie A very short introduction de Oxford University Press. Ero algo así como comer sopa de lata. Admitir que el afán de cada día castraba mis ansias –evidentemente no logradas- de ser algún día un hombre culto a la manera clásica, y que a la postre me veía reducido como cualquier quinqui hijo de vecina a leer este guía precocinada de cultura enlatada. Pero no ha sido así, y la Political Philosophy de David Miller ha sido un baño para el alma que a golpe de palabras abre horizontes. A partir de una breve disquisición sobre el fresco Del buen gobierno del Palazzo Pubblico de Siena, Miller te lleva en sólo 110 páginas desde la necesidad de preguntarse e investigar sobre los orígenes y efectos del buen y mal gobierno, a cuestiones sobre si es cierto que el gobierno como tal tiene efectos sobre nuestras vidas, y con artimaña de filósofo, al contestar a esa pregunta en principio trivial va desenmascarado todos los artilugios del gobierno: su legitimidad, el anarquismo, la democracia representativa y sus contradicciones, la injerencia de la autoridad en lo privado (podemos fumar?, no podemos? Debemos cobrar al fumador sus gastos sanitarios de cáncer de pulmón? o tal vez sea una sociedad mejor que tolere y sufrague esos deslices…) Y en ese viaje desgrana y analiza la idea de justicia a partir de una cita de Justiniano: consistencia, relevancia y proporcionalidad… Finaliza con un breve análisis sobre la justicia respecto a los grupos sociales, el feminismo, las minorías culturales y de ahí el salto a las naciones (permanecerán los estados? o son los estados necesarios para la justicia social..?) Cómo el mismo dice en una de sus páginas, una fascinante reflexión sobre las human interactions…

kaufmann.jpgCualquier organización humana es un conjunto de voluntades autónomas, encorsetadas en mayor o menor medida por una jerarquía de mando, redes de información y comunión de intereses. Y es la palabra autónoma lo que diferencia estas organizaciones de los mecanismos a los que la técnica doméstica nos tiene tan acostumbrados. Pulsas un botón y sin embargo la lavadora no tiene por que ponerse en marcha necesariamente. Gerald Kaufman fué ministro con el gobierno laborista desde 1974 hasta 1979. En la wikipedia dicen de él que fue este libro el que inspiró la serie “Yes, Minister” –yo la ví en la TV3 como “Sí, Primer Ministre”. Dicen que como El Principe de Maquiavelo se recomendaba a los reyes, How to be a Minister se recomienda a todos los miembros de un nuevo gabinete británico. Los escarceos inter pares que toda la lucha por el poder conlleva los deja el autor para la introducción. Los capítulos van desgranando la maquinaria de la administración civil británica y sus funcionarios (los ministros van y vienen, los secretarios permanecen). Esa masa informe de voluntades, inercias y reglas no escritas que en teoría está dispuesta a ejecutar las órdenes al instante y como un solo hombre, pero que en la practica es como un barco de vela, donde permanentemente hay que estar atento a donde sopla el viento, y donde un golpe de timón es siempre incierto. Capítulo a capítulo (una lista de comos: como hacer una ley, como operar en el parlamento, como recibir a una delegación, como operar el sistema, como estar en contacto con tu partido…) uno cree ir haciéndose la idea, casi por osmosis, de que es hacer política (policy and politics) . Me lo recomendó Bill Nuttall en su curso Introduction to Technology Policy, en la Judge Management School, y fue una delicia (el curso, sus clases y el libro).